Orígenes
La
singularidad, tanto por su presencia como por su carácter,
del Dogo Argentino ha propiciado en gran medida su difusión
hacia diversos países europeos como Alemania y Holanda. El
Dogo Argentino es inconfundible: posee una mirada fija y
estudiada, el manto blanco, corto y de un color admirable, un
olfato muy desarrollado y una mandíbulas fuertes y dotadas de
poderosos músculos, características por las que debe ser
considerado, en primer lugar, un excepcional perro de presa.
Mediante repetidos cruces entre el Bulldog y el Mastín se creó
en la provincia de Córdoba una raza destinada a las peleas de
perros. A finales del siglo XIX nació, pues, un perro
especialmente fiero, un animal fuerte y mordedor llamado Perro
de Presa Cordobés.
Más
adelante, entrado ya el siglo XX, el doctor Agustín Mores
Martines consiguió mejorarlo cruzándolo con diez razas
diferentes hasta conseguir el actual Dogo Argentino.
El
primer standard de la raza se realizó en 1928, lo que
denota con claridad la rapidez con que se fijaron los tipos.
Estas fueron algunas de las razas empleadas por el doctor
Mores para conseguir su objetivo: el Pointer, por su olfato;
el Dogo Alemán, por su tamaño; el Mastín español, por su
potencia; el Boxer, por su nervio; el Bullterrier y el
Bulldog, por su amplitud torácica; el Dogo de Burdeos, por su
masa muscular; el Montaña del Pirineo, por su blancura; y el
Irish Wolfhound, por su velocidad. A pesar de gozar de un
destacado prestigio internacional, el Dogo Argentino no fue
reconocido por la Federación Cinológica Argentina y la
Sociedad Rural hasta 1964, y su oficialización en la F.C.I.
no se hizo efectiva hasta 1973.
Carácter
y cuidados
Ante todo hay que señalar la necesidad de que el Dogo Argentino
realice ejercicio diario al aire libre. En realidad, tanto el
ejercicio como la caza son imprescindibles para su desarrollo
y equilibrio. Contrariamente a lo que podría hacer suponer,
la textura de su pelaje resiste a la perfección la vida al
aire libre, aunque esté sometido a temperaturas bajas.
Necesita una comida abundante y, a pesar de que posee un estómago
poco delicado, ésta debe ser siempre equilibrada.
Hacia
los tres o cuatro meses de edad se le pueden cortar las orejas
y exponer las heridas al aire libre, ya qué cicatrizarán con
facilidad. Esta operación deberá realizarla un especialista,
puesto que, además de suponer un riesgo, la forma en que se
realice este corte influirá directamente en la posibilidad de
participar en las exposiciones caninas.
La
finalidad que llevó a la creación del Dogo Argentino, la
pelea de perros, condicionó la formación del carácter de
esta raza. Los machos son muy dominantes, mientras que las
hembras, más altivas que los primeros, se muestran
extremadamente agresivas ante los peligros. Todas las características,
tanto físicas como psíquicas, del Dogo Argentino lo
convierten en un perfecto perro de presa. Cabe destacar su
docilidad al adiestramiento, que permite a su amo dominar fácilmente
el valor, la velocidad y la resistencia que lo caracterizan.
La
intuición es uno de los atributos que más contribuyen a
conseguir un fácil adiestramiento. Únicamente reacciona ante
el peligro y detecta en seguida cuando se trata de un simple
juego. Los criadores del Dogo Argentino se empeñan
constantemente en fomentar las aptitudes de esta raza tan
funcional: en la actualidad el Dogo se emplea como perro de
caza, como perro guardián y, sobre todo, como perro de presa.
El valor del Dogo Argentino es infinito, no se detiene ante
ningún atacante; es más: su comportamiento puede llegar a
ser terrible cuando actúa en grupo. Cazan con una gran
compenetración e inteligencia, recordando el quehacer de los
lobos. Por el contrario, esta raza transforma completamente su
carácter ante los suyos convirtiéndose en un excelente perro
de compañía.
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