Orígenes
Las noticias sobre la historia del Braco Alemán
se remontan al siglo XVII en Prusia, donde, al parecer, era
utilizado en la caza con arcabuz. En aquella época aún no se
hablan conseguido una homogeneidad y una función perfectas;
la mayoría de los ejemplares presentaban notables diferencias
en cuanto a tamaño y textura del pelaje. La influencia del
Bloodhound le aportó un olfato más fino y un pelo más
corto. Aun así, el Braco Alemán era un perro más pesado que
el actual hasta que, a finales del siglo XIX, fue cruzado con
perros de muestra británicos, especialmente el Pointer, y se
logró una mayor esbeltez. Se dio el caso entonces de que
existían dos tipos de bracos: el ligero y el pesado, llamado
Gran Braco Alemán. El cruce de ambas variedades dio origen
con el paso del tiempo al actual Braco Alemán.
Es un perro armonioso en el que las formas
garantizan resistencia, energía y velocidad. El conjunto de
las líneas es de gran nobleza, la cabeza seca, la cola de
porte noble, la piel tensa y el pelo brillante. La osamenta ha
de ser fuerte, ya que debe trabajar en toda clase de terrenos
y necesitará más la fortaleza que una gran envergadura,
aunque una osamenta demasiado gruesa dificultaría su
movilidad y velocidad.
Carácter
y Cuidados
Como quiera que se trata de razas muy cercanas
entre sí, el cuidado y mantenimiento de los bracos alemanes
es similar para todos ellos. En primer lugar, es preciso que
desarrollen una potente musculatura y unos tendones fuertes,
puesto que su tarea habitual de cazadores así lo requiere. La
alimentación debe ser muy esmerada, con una dieta equilibrada
que incluya buenas dosis de calcio y fósforo y un aporte
vitamínico suficiente.
En lo que se refiere al cuidado del pelaje, el
Braco Alemán no presenta ningún problema especialmente
complicado; un repaso de vez en cuando con un guante de goma
especial para perros de pelo liso será suficiente.
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