Una
persona, para guiarse por la vida, necesita sus cinco sentidos: vista,
olfato, oído, gusto y tacto. Los animales también; sólo que algunos
han desarrollado mejor uno o dos de ellos, por adaptación al medio
ambiente. Ejemplo: los topos viven en cuevas oscuras y son casi
ciegos. Usan su supertacto para hallar el alimento. El tiburón usa su
superolfato para seguir el rastro de los peces.
Veamos
quién se destaca en cada sentido.
El águila calva puede divisar un ratón desde una altura increíble.
Su vista es cuatro veces más aguda y poderosa que la de una persona.
Todas las aves de rapiña y las nocturnas (halcones, gavilanes, búhos,
lechuzas, etc.), las arañas, las libélulas, las ranas, los pulpos y
los calamares.
Una
polilla macho puede detectar a su pareja, con sus antenas, a casi ocho
kilómetros de distancia. Pero sólo puede distinguir cierto tipo de
olor En cambio, los perros son muy sensibles a olores muy diferentes.
Un sabueso puede seguir la pista de un aroma que tiene cuatro días de
antigüedad La membrana de su nariz, que detecta los olores, es
cincuenta veces mayor que la de los humanos.
La
lechuza común escucha hasta los mínimos desplazamientos de ratones y
musarañas, sus principales presas. Por otra parte, mamíferos como
los ciervos y los antílopes mueven sus orejas hacia delante, mientras
comen, para detectar a sus enemigos. Y los mosquitos tienen, en
lugar de orejas, sensores que les permiten percibir el aleteo de las
hembras. ¡Qué ruido que hacen!
Los
felinos tienen el tacto muy desarrollado. Usan sus bigotes, y los
pelitos que les salen en el mentón y sobre los ojos, mucho más que
sus patas. Este tipo de sentido es muy común en los animales de
actividad nocturna, y les permite tener una idea de lo que los rodea,
comunicarse entre ellos y encontrar comida.
Para
algunos animales, olor y sabor es lo mismo. Las serpientes huelen
"saboreando" el aire con su lengua bífida. Los mamíferos,
en cambio, tienen los
receptores de ambos sentidos
por separado. Pero nadie supera a los insectos. Estos necesitan
identificar los sabores para distinguir los alimentos agradables y
venenosos.
Las moscas, mariposas y abejas
tienen receptores de sabor en sus patas.
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